“LAS COSAS DE EL LUGAR”. D. Francisco Pinto:

D. Francisco Pinto Torres estuvo como cura del Lugar varios años.
Era algo egoístilla, trincaillo. Le gustaba pasearse por el Puerto de la Horca y llegó a tener una sierta amistá con Pepe Diegares, el de la calera, y disen que desía – la ente, aunque fuera en broma, se lo tomaba en serio-:
“Yo, -como tenía categorías en los entierros y en las misas-, con asomarle la cabeza a un gordo y a un menuo, un entierro grande y otro de los chicos, hago el avío”.
Dos mil pesetas eran pá los grandes: ponían catafalcos, varios monesillos, mucho gorigoris…
Por cierto, una vez faltaba un monesillo y le pidieron a un niño que andaba por allí, que rechazó, disiendo: “eso sí, ¡¡yo ahora me voy a vestir de jembra!!…”

Una vez estábamos en El Casino, en el mostraor y pasó uno, ya hecho un vieo, y estaba Pepe el sacristán, el que era de Cuevas Bajas,-¡qué tampoco pasó hambres!!- Y dío:
¡¡“No ves que dos mil pesetas van ahí.”!!

Cuando se murió Juan Matojo, ya ves, estaban mu malísimamente, fueron a hablar con él, pá el entierro más barato. Les estuvo explicando cómo era el presio, cómo iban vestíos, con capa yo no sé cuánto…;” bueno, nosotros le hemos pedío el más barato de tos” y dice Pedro el de la Miel:
¡Bueno!, ahora asoma el cura aquí en cueritates”

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”.Caritaliebre

Tenía que ir Caritaliebre a un entierro, del que fuera, de uno que había servido con él. Y no tenia ni ropilla que ponerse.
La muer se lo cuenta a unas vecinas, le dise:
-¡Y ahora yo no tengo ná que ponerle!, ¿qué le voy a poner?”
La vecina:
-Mira, los calsones que sean de mi Frasco, porque él y mi Frasco varían mu poco. Eso está hecho. No los tienes que buscar.
Otra le dise:
-Llévate los sapatos de mi marío
Y otra:
- Pó bueno, llévate el sombrero del mío.
Sale, entonces, Caritaliebre mu vestíito y una de ellas le dise:
-¿Qué, cómo vas?
-Pó mira:
“Los calsones de Frasco
Los sapatos de Juan Breva
El sombrero de Carasucia
Y Caritaliebre los lleva.”
¡¡ Tampoco se había vestío con Emilio Tucci!!
(Sic,Cristina)

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”.Don Timoteo:

Cura párroco del Lugar por los años cincuenta. Tenía una moto. S’encasquetaba su mono y se daba sus baldeos por ahí.
Una vez tenía la moto escacharrá y no le arrancaba. Él andaba trasteándola: pacá, pacá pallá y… no, ná,… que no arrancaba. Entonces se presentó uno que algo sabía de mecánica y le dío:
-D. Timoteo, ¿por qué no le toca Ud. ahí?
Tocó y la moto: ram, ram, ram…
Nuestro párroco motero, sorprendío, exclamó:
-Si no lo veo, no lo creo.
Y el auxiliador que responde:
- Ya sabe Vd., el cabrón es el último que se entera, y
D. Timoteo que contesta:
“El interesaaaado, hombre, el interesaaaado.”



D. Timoteo aquel, un entierro, se murió la mua de Las Chapas, una ía de Juan Vela. . Había muncha ente. Entonces el cura iba al cementerio y la calle abao la ente iba hablando.
Por la puerta de Berruca paró y dio:
“Voy a hacer tres advertencias:
1ª: ¡¡No se habla durante el entierro!!
2ª: ¡¡No se fuma durante el entierro!! Y
3ª: ¡¡ Descubiertos!!
Bueno, y otra:
¡No pueden entrar los perros en el cementerio.”.!

Bien, tiran pá bao y la ente, claro, empieza a hablar otra vez. D. Timoteo se para y grita:
“¡¡ PARAN… u OTORGO OTRAS MEDIDAS!!”…
“Es que se irá a liar a galletas ya”, comentaban.
Seguían hablando. Total, llegamos al cementerio, el cura entraba hasta el nicho. En la puerta se quedaba muncha ente.
Frasquito Acinto lió un sigarro bien gordo, ve venir al cura y dise:
“Me quitaré de aquí, que estoy fumando… y ese me va a querer pegar y ¡ yo no ME VOY A ESTAR QUIETO.!”

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”.Un nuevo café y una taberna en El Lugar:

Una pareja del Lugar – contaba Bastian Corin- decidieron poner un café en la casa de la Charcona. Ninguno de los dos tenía fama de limpio. Ella era muy puerquísima y él no mucho má primoroso.
El Mono, un asiduo parroquiano, con mucho salero y algo escrupuloso, pidió un café. Entonces no había cafetera ni ná. El sirviente-camarero acababa de meter la paja en el pajar y los bolsillos de la chaqueta se le había llenao de paja.
Pá servir llevaba un jarrillo con el café en una mano y otro jarrillo, con la leche, en la otra. No le quedaba más remedio que meterse los vasos y el azúcar en los bolsillos y al sacarlos los limpiaba con su propio pañuelo. Se ponía por delante y, -decía Bastian Corin-, que pá decir: “quieres el café solo o con leche,” le echaba lo primero un poquito de café y luego le decía al Mono, que era así, chiquitillo –lo perfila con la mano-:
-¿Te vasio, con el jarrillo de la leche, te vasio, te echo leche?
- El Mono: sí, hombre, vásiate como una ibia.
-¿Y azúcar? ¿Esto no lleva azúcar ni ná?
- También, hombre, no te apures.

Y se sacaba del bolsillo un puñao de azúcar revuelto con paja, mientras vía el Mono, con cara de espanto, aguantando las arcás, cómo caía la azúcar revuelta con paja en su café.


Hubo también una taberna, de Juanito Ramos, que tenía hasta una mesa de villar. Era una taberna de lo má flamenco que había..., tenía sus vasitos como los de la Casa el Guardia, un poquito acampanaos. Ponía sus tapitas de anchoas, hechas por él.
La mesa de villar, no de estas planas, con boquetes –americana, apostilla El Duque-. Tenía cinco o seis boquetes en las puntas, otros por los laos, una bola colorá que valía má que las otras. Yo (Antonio) de mosalbete ugué allí.

Transcripción: Luis Torremocha