“LAS COSAS DE EL LUGAR”: Pepe Paleto

Estaba en el Casino. Desía que una mula que le había comprao a Juan Lagarto, una mula de Juan López,- él no era escapás de agarrar una bestia ni pá llevarla al agua,-  desía que la había domao él y que era la meor qu’había en El Lugar.
L’emprendieron con él y le desían :
-Pepillo, ¡tu mula, arando, abre la boca!
-¡¡Esa no abre la boca arando!!, ¡¡tiene coones pá tirar de toa la tierra que le echen!!
-¡Qué va, hombre, esa mula abre la boca arando; habeis engañao al Lagarto!
S’enritaba, chiquillo, empesaba a pegar puñetasos en el mostrador, la liaba, formaba la gorda…
Estaba en contra de los trastores:  “mulos con los guevos gordos es lo que hase falta…¡qué leche de trastores!.”
Tenía aborresío a los trastores.

Vino con permiso del Servisio militar. Como no tenía ropilla alguna, se tiró tó el permiso  vestío de soldao. Ugaba con los chaveas a las bolas. Vivían en La Plasa Nueva.-

(Miguel:
-Voy a mear
- ahí está el servicio…
-No, voy a mear en el campo que hase tiempo que no meo…
Antonio:
-Ponte que no te vean desde enfrente, chiquillo, que vaya que después digan qu’ ha venío un vieo meandose..)

Las mueres ugaban a la ruea. Estaba Pepe con su papá y su mamá sentaos a la candela, resien llegao con permiso.  A esto que asoma su hermano Juan y lo vieron ellas llegar, que era cabrero en la sierra y vino a vestirse, traía el alambre, con una pila de  senserras, la manta, la honda al hombro y se dieron las mueres:”ay, vamos a ver el saludo que se tienen” y entraron en la casa.
Juan con mucha parsimonia se desenganchaba un collar, miraba al hermano, se quitaba la manta, miraba al hermano, otro collar, miraba al hermano… y le dieron ellas:
-Pero Juan, no saludas a tu Pepe, que ha venío de soldao
-Bueno, aho-ra cuan-do- me- lo- qui- te tó. ( Era gangosillo)
Y termina, se va a la candela y le dise al hermano
-Ehh
Pepe:
-aquí…

      Y ese fue tó el saludo.


Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: El episodio de los 14

Cuando mataron a los 14, contaba que eran del Trabuco pero venían d’ Archidona también. Los traían en un camionsillo d’ aquellos que se calentaban por menos de ná… y se calentó. Pararon en El Lugar pá que se resfrescara. Los dearon en los calabosos. S’hartaron de vino los milicianos, se calentaron, y dispusieron de matarlos. Los llevaban pá “El Barco roto,” una prisión qu’ había en un barco…eran fascistas.
(A un pariente mío (Miguel) lo llevaron al Barco Roto, pero él ni era fascista ni ná. Lo sacó mi tío Antonio. El d’ El Encebro, también, y, también lo echaron).
Los sacaron de dos en dos. Los dos primeros lo mataron en derecho del calleón de la calle Camacha, el que desembocaba frente a Fernando el carpintero. Sacaron otros dos, y una miílla má abao.., después otros dos y así...; los dos últimos, a lo meor, en lo que después fue la fuente Las Parras.
Los enterraron en El Lugar pero vinieron los familiares una ves que entraron los fascistas.
Yo (Miguel) m’enteré bien, ¡¡mu bien d’aquello!!
Unos falangistas me dieron ( yo tendría unos 15 años, estaba en mi casa, hasta salí comiendo un peaso de pan.); en la esquina, por la casa de Perico Embustes. Los falangistas habían subio pá’ rriba, también calientes, y la ente s’había quitao del medio. En la calle atrás pillaron a unos pocos y me llaman y me dieron:
-¿Quiénes son aquellos que s’han asomao allí?, porque si no mu lo dises te vamos a llevar al simenterio y matarte también.
-Yo no pueo desir quienes están porque yo no lo sé.
-Pues, venga pá’bao.
Y me llevaron al simenterio y yo me meé…¡qué iba haser!
Y allí me preguntan: ¿tú eres uno de esos que han fusilao a esos?
(Menos má que vi en el simenterio a unos pocos del Lugar y m’entró una miilla de ánimos, sabes).
Empezaron.., uno que tenía unas tres flechas blancas en el borde…un jefe de senturia sería:
-¿Qué hasen estos aquí?
-Po que estaban asomaos divirtiéndose viendo…( los fusilamientos)
-Ah, sí.
-¡Vengan pá cá, uno a uno!
Los registraban, casi siempre se llevaba una navailla, de aquellas de tres gordas, se la quitaban y ,chiquillo, un par de galletas, unas pocas de galletas, pero ¡¡unas pocas!!
Venga otro … y otro. Y yo allí sentao en una piedra, chorreando…
-Hemos traio también a un niño. Aquí está.
-Ven pá cá.
Me pusieron en la fila; oyes, ¡ no me pegaron!, me quitaron la navailla.
Al final:
-Bueno, ¿estos qué vamos a hacer con ellos?
-A éstos le pegamos un tiro a cá uno y que se queen ahí.
La familia misma de los fusilaoos vían que… desían: “ estos que nos ayuen y se vayan.
Y dise el de las flechas:
-No, éstos se van a venir conmigo.
Mu llevaron al ayuntamiento, a los calabosos. Allí mu metieron y mu mandó llamar Andres Billoto que era alcalde…
Mandamos llamar a Marquitos aquel, que era jefe de falange:
“Ya no poemos haser ná, si fuera sío antes de los partes esos a Málaga, ya no hay remedio”.
“Ñeta, ¡¡que mu van a matar!!”
A los dos o tres días de estar allí, un sargento que tenía unas vendas, “el de las vendas,” aquel que fue bueno pá el pueblo, s’asomó por la ventanilla y
-¿Vosotros qué haséis aquí?
-Aquí mu han traío.
-Pero, ¡vamos a ver, qué ha pasao aquí!
Entró y ya le contaron ellos lo que había pasao y dío: “casi siempre pagan justos por pecadores. Yo daré una vueltesilla por aquí y veremos lo que se hase.”
Se fue… como pá orinar...; tardó otros dos o tres días…allí no venía nadie a ná. Apareció el sargento:
-¿Toavía estáis aquí? Venga, pá'rriba, pá el ayuntamiento, ( no pá fuera, no a la calle)
-¿Qué es lo que hasíais asomaos allí?
-Tú, (al niño, Miguel) estabas allí, ¿no?
-Yo salía de mi casa y unos falangistas me llamaron pá que yo diera los que había allí asomaos y yo no había visto a nadie.
A otro: ¿Ud. qué hasía allí?
-Yo ná...; es que encartó que a los que pillaron ninguno estaba asomao. Estaban allí Santiago tomando el sol. Frasquito Péres, que tenía unos guarrillos y un braso quebrao. Antonio Lili que estaba casi siego y vivía allí con su muer. Bastián Peres que había ío a trabar la yegua a la calle Atrás…
-Estas cosas, cuando pasa algo así, se va a algún sitio, al Ayuntamiento, a ver si hay que auxiliar a alguno, comenta el sargento.
-Es que no estábamos asomaos.
- Bueno, se vais cá uno a vuestra casa, se laváis la cara un poquillo y en misa- porque era domingo- ¡¡ sus quiero ver a tós, dándole grasias a Dios!!
Y ¡tuve (Miguel) que ir a misa! Yo no hasía ná má que ponerme delante del sargento cuando lo ví en la ilesia…pá que me viera…,él ni s’acordaba que había dicho aquello.
Hasta la navailla me la devolvieron.
¡¡Ahora que pasemos 4 ó 5 días allí buenos!!

Transacripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: El Mamino

Se crió en Lo Morfi y de ahí sacó la afisión a la casería. Era uno de los meores casaores, pero un poco infelís, hasían de él lo que querían… Era demasiao bueno…
Estábamos (Miguel) en la cola pá cobrar el desempleo nasional, en Málaga, estaba detrás mía y llegan dos del Lugar y disen: “hemos estao en el sindicato pá sellar y están preguntando a tó el que llega la edá.
-“Iiia, entonses, -dise el Mamino-… y ¡ yo no sé la edá que tengo!”
-¿Tú no sabes la edá que tienes?
- No, que no la sé
-Pues yo sé la edá que tienes: 47 años. (Era un año má chico que yo)
Al ratillo:
- “47 m’has dicho, ¿no?
Bueno, cobramos y vamos a sellar y luego no preguntaron la edá siquiera.
Y cuando al rato me dise:
¿Cuántos me diistes que eran?”… Ya no se acordaba.

Una ves tenía un guarrillo pá matá – contaba Miguel el de Juan Losano- y lo llamó pá la matansa, pero hasía falta otro.
-Bueno, llamamos a Bastianillo el Mono, que vivía enfrente.
-No, a ese no, que se lo pidió a mi mujer y tengo yo que matarlo.
-Ya lo creo, vas tú a haserle caso a esas tonterías. Y se le llamó.
Cuando terminó de arreglar el guarro le cortó los solomillos y le dise al muer:
-Toma y lleva esto ancá Bastian.
-Pero, chiquillo, no lo ibas a matá
-Hombre, ¡tiene un niño chico!
Y le mandó lo meor del guarro.

Transacripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: BASTIAN EL PEPITÁN

Antoñico el Herraor venía de Málaga ca ves má gordo. Los primeros días de las vacasiones lo pasaba mu mal, porque por donde iba: “¡Iiia, iiia!, Antoñico, qué culo”. (El, pasado el tiempo, lo recordaba complaciente).
Bueno, pues Bastián desía:
“Dise su ente que con el muchacho ese no saben qu’haser pá que no engorde… que lo manden a mi casa y a la semana está como los gatos de..., vamos que baa la calle agarrao a la paré…, seguro que perdía quilos.

También se contaba que tan poco acostumbraos estaban a tomar huevos,- porque los de sus gallinas lo vendían pá comprar el pan-, que un día que estaba uno de los chaveas malillo le dieron uno cosío, duro y
-Papá, ¿el hueso se l’echo al perro?..Enseñándole la yema.
Y que la olla diaria tenía tan pocos garbansos que había que quitarse la chaqueta y tirase de cabeza pá coer uno.

Había mucha ente pidiendo y Bastián había venío del campo, s`había moao y, como no tenía ropilla pá cambiarse, se quitó la ropa moá y se puso un vestío de la muer. Se sentó a la candelilla, en la chimenea, que se vía desde la puerta, el hombre allí, estaba allí calentándose…llegó uno pidiendo que era mu porfiao:
-Perdona, hermano, aunque sea un coscurrillo de pan… déme Vd. algo., déme Vd. algo Y venga, y venga…
-El ama no está...
Bastián no desía ná má:
- el ama no está… que el ama no está…
Pero el hombre como lo vió con el vestío:
-No me diga que el ama no está, que la estoy viendo yo, que no me quiera dar ná, eso ya es otra cosa.
-Oyes, ¿¡qué el ama está?!-,
Se levantó el vestío:
¡¡ Entonces soy el amo o el ama!!

Transcripción: Luis Torremocha