Nuestra panadería se abrió en
enero de 1957, se llamaba Panificadora San Sebastián. Antes era el Mesón. La
abrieron mis abuelos y tíos paternos. Cuando mi padre se casó se hizo cargo de
la panadería. Tenía un horno “moruno”
que se caldeaba por delante quemando haces de retama. Después se sacaban las
ascuas y se limpiaba con un saco y agua. Esas ascuas se depositaban en cubos
que las vecinas y clientas dejaban para ponerlos en las copas (braseros) en sus
casas. Las cenizas restantes se echaban en “mulares” que teníamos en el patio.
Al principio se abrió para cocer el pan que hacían las mujeres en sus casas o
bien en las instalaciones de la panadería a cambio de pagar un precio
estipulado o por intercambio de trigo. Después se comenzó a hacer todo el
proceso de elaboración del pan en la panadería. Se amasaba y se recogía en las artesas de madera y se
dejaba fermentar en las tablas de madera tapado con “tendios” de saco, y luego
se punzaba con clavos y se ponía el sello de identificación de la panadería y
se cocía en el horno ya limpio de cenizas. Con este proceso sólo se podían
hacer 2-3 “amasíos” en la noche. Mi padre creó un sistema de vales que
intercambiaba kilos de trigo por kilos de pan que se retiraban a lo largo del año. Ese trigo lo llevaba a
moler a la fábrica de abajo y se traía la harina que usaba para elaborar el pan.
Mi padre salía con una tabla en la cabeza para vender el pan por todo el
pueblo. Con el tiempo se abrió un despacho en la panadería y se hacía la venta
directa allí. Además de repartir por las pedanías de alrededor (Puerto Marín,
Los portales, Arroyo Coche..) y también en Málaga cuando mejoraron los accesos
( carretera nacional primero y autovía después). Las instalaciones y
maquinarias fueron mejorando y cambiando para facilitar la elaboración del pan:
horno de leña pero con carga posterior y giratorio, cilindros, mezcladora,
pesadora….
(1957)
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