Goro iba de casa en casa dando las novedades, si eran malas, mejor.
Una vez a Catalina Plaza le dice. Catalina, acércate. Se acerca y le dice flojito: “los Uraillos m´an partío”…sin má explicaciones.
La burra no podía mantenerse en pie. Unas veces levantaba una pata, otras la otra, se mecía y Goro, que llevaba una vara, le pegaba en el pescuezo y le decía: “¡quieta borriquilla con el genio!”.
Parecía tonto pero no. Cuando entraron los nacionales se puso su gorrilla de falange y repetía: “Soy de 1ª línea. ¡Viva España!
Un día llamó a Paulino Pitre, -él le llamaba Antonio-: “Antonio, mira no seas tonto. Cómprate una gorrilla como ésta y te apuntas… que si no te cortan el cuello…Antes se ponía en la esquina de Juanpepé y gritaba: ¡Salud camaradas!
Un día venía del Puerto la Horca en su burra y vió a Frasquito el Coillo andando y le dío: “Frasquito, súbite. Mi mamá me tiene dicho que a tó desgraciaito, como yo, que lo suba.
Se subió Frasquito como pudo, detrás, y llevaba la cabeza pegada al cogote de Goro y pronto vió un batallón de pieos y le dice: “Goro, para ahí, hombre, para ahí, que esta es poca burra pá tanto ganao.”
Los chaveas lo mareaban muchísimo. Venía uno de El Trabuco, sobrino de Matilde, y se unía a ellos: Venga a joerlo y venga a joerlo y alguien, un muer, que un día pasaba le dijo “pégale un palo, sobre tó a ese, al forastero,”
- No muer, que es sobrino de Matilde, que me da dinerillo pá el gazpacho.
Luis Torremocha
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