Salvador, el padre de Pepillo el de Juan Marín desía “saco la faca…”, que llevaba siempre. Bueno, la llevaba muchas veces liá en un trapo, una tira de blusa ya mu lavá, liada con una sinta, porque la vaina la perdía.
Diego, estaba perdío con las pistolas. Tenía una relación muy estrecha con Cristóbal, que era el que le proporsionaba los pistoluchos, l’ apañaba munisión. Un día l’apañó unas balas y pá probarlas una mañana –Salvador iba pá el campo y se metía en la fragua, se tiraba la mañana- Diego pá ver si valían o no, según estábamos allí, puso una lata y ¡¡pún!! le pegó un tiro… veo a Salvador que se dea d’ ir al bidón del agua que yo le tenía puestos unos palos para que no asentara en el suelo, y metió algo allí debao.
-¿Qu’ has metío ahí?
-Tate callao, chiquillo, el chalao este se pone a tirar un tiro aquí. Si viene la parea baando, como baan tantas veces y se meten aquí y me reistran y me pillan con esto, la fasca… debao del bidón l’había metío.
Contaba Pepillo que Salvador hiso un trato con uno que vivía en Málaga. Le compró una mula, le vendió, lo que fuera, l’ engañó: tenía costillas quebrás y el animal s’ ahogaba. Se dio cuenta que lo había engañao, estuvo tó la noche afilando la fasca en el esperón que había en la esquina de Losano. Fue a Málaga en busca del vendeor…. y le devolvió el dinero.
Transcripción: Luis Torremocha
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