“Echaos,” era otra cosa. El ayuntamiento repartía trabao: “mira, tú te vas a ir a cavar con fulano, tú con merengano…”
Los jornaleros le temían que lo echaran con uno, que tenía 5 ó 6 lagares por ahí y no pagaba ni a tiros. La gente desía: “¡Bueno!, estoy arreglao, m’ han mandao con él.
Era en La Plaza. A veses se formaba un sambaleo, porque algunos regateaban. Cuando el jornal subía se ponían contentísimos:” ¿ Qué, cómo ha rematao hoy la plaza.” Tate callao, chiquillo, que hoy ha subío bien la pólvora. Si eran dos rales subía a tres.
Transcripción: Luis Torremocha
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