-Suena, suena bien…(la tormenta)
-Si queréis muchacho mus vamos
-Sí, si… que esto... que se funde el mundo en agua.
Un día iba con el mulo y vió una comadrea que se metió en el borde de la era y conforme iban los otros acercándose a la era:
“Chiquillos, no arrimarse ahí, que s´ ha metío una madreviea…eso es mu malo.., ¡como un mulo de grande!…”
A Frasquito Vera se la aventaba la mula…tenía que andar medio mundo buscándola. Cayó una tormentilla y la mula hiso lo mismo: se escapó. Era, allí, por Las Minas, y pasó por cerca de unas tres cuartilla que Juan Pintamonas tenía, a la vera de la era del Mirro. Vió Pintamonas venir a Frasquito Vera y le dío:
-Frasquillo, por lo mío no, por ahí, má abao, ha pasao. Allí van los rastros, pero Frasquito siguió pá lante. Es que había llovido y la mula había tronchao trigo y no quería que pasara.
A los má o menos días:
-Mira que te díe..., pues pasates por el rastro de la mula…¡no m´has hecho daño ni ná..!., con esos pies como cuartillas que tienes… ¡ná má que no m´has doblao trigo!
Eran primos y se gastaban bromas. Le desía Juan Pintamonas:
-Primo, t´acuerdas que sembrastes la media de garbanzos y no cogistes ni uno…ni uno: ja,ja,ja...¡Y yo doce costales de habas de la mía!.
Frasco un día estaba en la loma del Encebro, estaba contando:
-Mira, primo, yo de muchacho yo estaba con las yeguas del Encebro, de ayuante del yegüero y una noche –estábamos de noche por ahí,- chiquillo, s´empareó una tormenta. Mira, mus íbamos ahogar, mira que llovía: ¡ truenos, relámpagos…!
Pintamonas:
-Qué buena ocasión pá que t´hubieras quedao allí.
…”Mira, lo que no caería que apareció el amo en un caballo y me subió en él. Saltó una cañá, el caballo pegó un salto grande..., menos má que no me caí.”
-Qué otra ocasión pá que t´hubieras quedao allí.
Asinto cuando ya estaba mu enfermo, que se iba a morir, al sordo Pintamonas, -que le daba mucho susto de los muertos-. Vivían allí, a la vera del simenterio.- Asinto le desía a Pintamonas:
-Cuando yo me muera, vengo una noche, cuando estés dormío, te agarro de una pata y te llevo al simenterio
-No, Asintillo, no ío, no hagas eso.
Cuando se murió, la entes lo sabían, se lo mentaban, le desían:
-¡Juan, pobretillo Asinto, cómo se murió!
-¡Sí, sí, ío, mu bien… mu bien!; pero ¡ no me lo mientes, hombre! ¡¡ No me lo mientes!!
Transcripción: Luis Torremocha
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