Contaba las cosas de su padre que era algo redicho: cuando había cola en Las Parras Vieas las mueres se ponían a haser la ruea mientras esperaban. Entró Pepe al dormitorio y le dío ¿”Pepito, quien son esas perdularias?
Dispusieron los íos que aprendiera a leer y escribir. Los números l’entraban bien los primeros:
-uno.
-¡uno!;
-dos
-¡dos!;
-tres
-¡tres!
Y así hasta el 7, que s’atrancaba, ná, que no…que no. Y le desían “pero si el 7 es como otro número cualquiera, Papá...
“El 7 es un cañón. Ñeta… ¡un tiro que le peguen!...¡¡Yo no le doy apaño a este almapuñetera!!
(De su yerno Matías)
Estaba Salvaor unas ves en Lajuentabao para ir a Málaga.
Lo cogió Bastián Morrongo y llevaba prisa y empesó a correr mucho y Salvaor, asustao, se cogía, se renganchaba a los asientos y lo miraba… hasta que le dise:
“Bastián, chiquillo, tiene que tener los ojillos mu grandes el que vea subirme otra ves contigo.”
Salvaor, un día que Bastian Gallito estaba apuntándole a lo que a él le paresían unos pájaros raros, que volaban hacia Frentelasparras, y eran unas gallinas guineas. Entonses Salvaor lo vió y le pegaba voses:
“¡¡Gallitooo, Gallitooo, no dispares, … que son aves de corral.!!”
Transcripción: Luis Torremocha
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