En El Día del Señor se traían dos curas y hasta tres -que pá Paco Cocurito era lo má bonito del mundo- y las mu principales iban a recibirlos a pié de púlpito, después del sermón.
Yo (Miguel) también tuve que besarle el anillo al obispo, estaba en una obra..., hasta lo ensayamos.
Cuando venían a misa los caballos de los señoritos echaban chispa con el empedrao y ellos mirando al cielo. Los amarraban en el Llanete, hasta que el alcalde lo quitó… esa fue una proesa del alcalde… y es que lo que quería era ponerse en el lugar de ellos.
Transcripción: Luis Torremocha