Anica La Perica y D. Ubaldo
Esto que voy a contar son de las cosas de la ente del Lugar, de aquellos tiempos, ya ves, tampoco estábamos…
Había una que le desían Anica La Perica…que estaba casá – tú no t’acordarás, ¡edad tienes!- con un ío de La Espartera, Manolo el de La Espartera… y la muer, pues tuvo una niña. -Ya ves, ¡ en El Materno no estaba!- ... y la niña nació mu chiquitilla, mu endeblilla. Se puso malilla. Estos esparterillos eran mu chiquitillos, angelitos.
Llamaron a D. Ubaldo que estaba allí. Y llega D. Ubaldo y dise:
-“Uui, la niña esta malita, mu débil, hay que ponerle penicilina, hay que ponerle penicilina.”
Y le dise la madre:
- ¡Ay!, D. Ubaldo, si yo tenía pensao ponerle Anica, por mi mamá.
D. Ubaldo y el hombre del Campo.
(A veses me se va la olla, ahora no me acuerdo lo que te iba a decir… espérate a ver si me acuerdo… ya m’acuerdo…)
Cuando estaba aquí D. Ubaldo. Tú te acuerdas…y hasta los maestros…los niños mu encontrábamos al maestro por la calle y le dábamos de lao porque mus daba vergüensa, (¡los mismo que ahora, que se emplean en ellos!...)
Bueno, vamos a lo nuestro.
Vino un hombre del Campo a la consulta de D. Ubaldo. Los probeticos venían má cortos que las mangas de un chaleco. Entra el probe con la gorrilla en la mano…
-¿Se puede?
D. Ubaldo mu buen médico pero mu seco. Dios lo haiga perdonao,..
Lo ve, le hase la reseta y se va el hombre a la botica. Era el tiempo que empesaron los supositorios. El hombre atienta, ve que aquello estaba blandillo, alargaillo… y como D. Ubaldo hablaba poco…, le daba mucho corae cuando le preguntaban, el probe s’estuvo mu callao..Otro hombre del Campo lo estaba esperando pá irse los dos en la bestia y le dise:
–Mira, voy a tener que entrar otra ves a hablar con D. Ubaldo. ¡Tu verás, ahora se enrita, pero tengo que entrar, porque, mira, m’ha mandao esto, que yo no sé lo que es…
(Ahora s’cortao esto en medio de la’stasion… Ah, no, me paresía que s’había cortao).
…Bueno, entró el hombre:
-Mire Ud. D. Ubaldo… que he tenío que venir porque esto no sé yo como me lo tengo que tomar.
-¡Eso te lo tienes que poner por el culo!!
El hombre no dío ni pío. Sale y el vesino que estaba esperandolo con la bestia en la puerta:
-¿Qué t’ha dicho?
-Esto es tirao… L’ he preguntao que cómo me lo tengo que tomar y m’ha dicho que me lo meta por el culo, y ¡ahora lo voy a tener que tirar!
(¡Pobretillo el hombre, tampoco había cursao las medesinas en la universidad de Salamanca!)
Bastian Gallito y Miguel Chiquetán
Fueron de fiesta, por ahí, a los Portales, o al Arroyo Coche, donde fueran. Se pusieron alegretes y se pusieron a cantar. Y Bastian Gallito dío:
“Aunque soy forasterito, no vengo en busca de amores, que m’he deao en mi casa el primor de los primores.”
Y estos chiquetanes , como son tan graciosos…la muer, Osefa La Mona; ya ves, una casa ente, y no hasía má que blanquear en la calle…
Y le dise Miguel El Chiquetán:
-No será pá poner piesas-. (Porque llevaba unas piesas puestas en el culo, qu’ antes cuando se rompía, ponían piesas…y había quien las cosía mu bien y otras…y las piesas de Bastián paresían la capaura una guarra.
-State callaito., state callaito, le contestó Bastian.
Transcripción: Luis Torremocha