“LAS COSAS DE EL LUGAR”: Juan Huertas

Cuando vendía electrodomésticos ganó mucho dinero. Era mu desidío, los deaba en las casas… “pero, chiquillo, si ahora no tengo apaño; bueno, ya me lo pagarás”…
No estaba en su casa Juan León, Huertas le pidió la llave que la tenán ancá Teresa La Samorano y allí le deó el televisor.
Juan León:
- Chiquillo estas son maneras…
Huertas:
-Tampoco t’he deao…
Juan León:
-Pó mañana te voy a dear una carga de paa en el mostrador y así t’ iré pagando.

Iba Frasquito el de Hilario a escuchar la radio ancá Huertas, toas las noches. Un día le dise Huertas a Frasquito: “Tú ves lo que ha dicho.., pó mañana tiene que desir esto, esto y esto.
A la noche siguiente:” ea, ya viene Frasquito.” Se metió Huertas debao de la mesa. Entró Frasquito, se sentó:
-Y Juan, ¿dónde está?
-Salió a haser un mandaillo… ya vendrá pronto.
-Anda, poner la radio a ver lo que dise.
Hiso su muer como que la ponía,…ni la puso ni ná y Huertas empesó a desir lo que había dicho que tenía que desir la noche anterior.
Frasquito: ¡no ves!, ¡ía!, dónde está Juanillo…¡¡qu’ásertao!!

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: Asituneros y asituneras

Iban d’ asitunas una familia al cortío “La Serafina”, la madre iba preñá: “ ¡ay!, no tenía qu’ haber venío, estoy mala.” La madre d’ella, lo mismo:”Sí, no tenías que haber venío"...También iba un hermano de la madre, que era melliso y entonses se desía que los mellisos pá dar ventura tenían una grasia que hasía má efecto qu’ otros. Le dieron: “dale una untura a la niña”. Le dió su masae en la barriga con aseite, en el camino…y mejoró…
A los má o menos días nació un niño y un hermano, a la cuenta era el mayor, tontaco, dispuso de tirarse a un poso porque su hermana había parío siendo mozuela.
-¿Y se tiró?
- No, porque lo suetaban.
Cuando lloró el niño por primera ves: “¡Ea!, Serafin se llama.”, dío alguien. Es que estaban trabaando en un cortío, que se llamaba “Serafina.”

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: El primer veterinario

El primer veterinario d’el Lugar fue D. Rómulo Manuel Martin Peresaguas, algo simplón, buena persona y muy orgulloso de su profesión.
Iba un día la calle ral arriba, en su caballo, “iba a inspeccionar las reses sacrificadas en el matadero,”como él pomposamente desía. Uno del Campo que estaba buscándolo, iba detrás:
-Chisss, chisss, chisss, ¡maestro!, ¡maestro!
D. Rómulo Manuel vuelve la cabeza, desde el caballo:
-Vd. ¿es que no sabe que yo me llamo: D. RÓMULO MANUEL MARTIN PEREZAGUAS, INSPECTOR MUNICIPAL VETERINARIO DE CASABERMEJA? ¡A ver si se lo aprende Vd.!
-…pos yo me muero de vieo y no aprendo tó eso

Lo tomaron Los Herraores con él. Los Herraores eran los amos del Lugar y Manuel Perche se puso de su parte… les puso algunas condiciones y dispusieron amargarle la vía… hasta mandaron a unos pá que le pegara, pero era flamenquillo D. Manuel aquel: “qué, qué, aquí estoy”…
Le metieron a otro veterinario, D. José , “El Largo”, pá partir El Lugar… era altísimo. Los niños, má o menos disimulaos, se ponían a su lao pá medirse. “ íia, no le llegas ni a la sintura…pó yo sí.” Él era mu tranquilo, pero un día, jarto, le largó un cogotaso a uno y ahí acabaron las mediciones.

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: Saavedra, condenado a pena de muerte(¡?)

En la guerra estaba tó tan mal, pero no se perdieron las ganas de cachondeo, con Tomas muchísimo. Entró unas ves Tomas a un café y había un capitán de compañía y dío Tomas:
-Pero estáis aquí sin hembras ni ná; conmigo es que no quieren venirse ninguna, si yo tuviera tres estrellas, veríais. El capitán:
-Toma la gorra a ver si te traes alguna.
Asomaron tres o cuatro conforme vieron las tres estrellas…
El capitán:
-Ahora quea lo má gordo. Tú t’ has puesto mi gorra y tú sabes qu’ eso es un delito… y ¡¡ no chico!!, veremos a ver lo que se t’emparea.
Lo llevaron al cuartel y le enseñaron un papel:
-” Aquí tienes… no tienes ná má que dos penas de muerte”
-¿Dos penas de muerte por haberme puesto la gorra?
-Sí, si, dos.
-Y me van a matar por eso.
-Sí que te matan. Si alguien pué haser algo por ti es el amo de la gorra.
Nos pusimos a esperar allí... hasta que vino el capitán que estaba conchabao.
Éste:
-Hola, ¿qué?, Toma un sigarro.
-¡Yo qué voy a umar hasta que no se aclare esto! Y le enseña el papel.
-Esto es un delito, le dise el capitán… ¡yo qué voy haser por ti!, bueno… ¡quitarte una pena!
-Y… ¡con la otra me matan!
-Pues claro
-Mira, lo último que puedo haser por ti, porque te conozco, es que en ves de esta noche te maten mañana por la mañana…
Y ya rompieron el papel.

Otra ves, estando en la cárcel, el cura les dió una conferencia: que si Rusia se va a convertir…y yo no sé cuanto…lo que desían.
Y ya cuando remató el cura, sabiendo que la cosa sería lenta, le dise Tomás:
-Entonses, padre, ya se pué desir viva Rusia
-No ío, toavía no...

Cerca de onde él estaba, aquellos años de hambre, había unos perales cargaitos...”esta tarde voy a ver si hago un hueco pá coer unas pocas, se desía Tomas.
“Yo me subí al peral y ¡el tiro que me pegaron fue menuo!, caí al suelo y yo me tocaba por toas partes:’ ¿estaré muerto, estaré vivo?...Ví que no tenía ná…el amo del peral había tirao un tiro al aire y el susto que se pegó fue chico, má grande qu’ el mío, desía “a este me lo he cargao yo”

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”: Juanico Cañá y El Quemaillo

Juanico Cañá, de muchacho, tenía las oreas mu grandes…como dos pencas. Lo llamaban el “Oreón” Y contaba mi suegra (Antonio) que el Quemaillo al salir de la escuela, tós los días, tós los días, la calle arriba, pegao a él:”ía, ía, no ves..., ¡ íaaaa qué oreas tienes!…” Juanico como si tal cosa, pá lante, pá lante… pero un día llegando al cuartillo de la carnisería: ¡bom!, le pegó una galleta.
“¡¡Ay, ay: que m’ha partío la cara!!
“Pues, ío, pá que te metes con él tós los días”, le dío María Duran.

Un día Frasco el Q., estábamos en el sementerio –no sé quien s’había muerto-…
Juan Colores estaba al lao mío y me dío:”No ves la carilla de fasista que tiene… Fue falangista Frasco y salía de servicio con un guardia que le desían Jaen, mu gradísimo, y a él l’arrastraba el fusil y le pusieron “San José y el Niño”

Transcripción: Luis Torremocha.